El remedio silencioso para los hindúes. Una medicina llena de armonía, decían en la antigua China. Un botín de guerra que llevó a Alejandro Magno a conquistar la isla de Socotra (África) para garantizarse la planta capaz de curar las heridas de sus soldados. Sus verdes y puntiagudas hojas aparecen en las Sagradas Escrituras, en la obra de Averrores y en la receta del elixir de Jerusalén al que se atribuye la longevidad templaria. Hasta Cristóbal Colón cayó bajo su influjo, convirtiendo el aloe vera en elemento imprescindible en sus viajes al Nuevo Mundo. Esta planta barata y de fácil cuidado ha pasado de ser catalogada como milagrosa a convertirse en un nutracéutico del siglo XXI: un alimento que nutre y proporciona beneficios para la salud tanto internos como externos.
En 2008 se abrió en Lanzarote el Museo del Aloe Vera, declarado Centro de Interés Turístico y Cultural. Cada año 100.000 visitantes se interesan por esta planta poco menos que extraordinaria, tanto por sus propiedades como por la facilidad con la que beneficiarse de ella.
De este vegetal de aires desérticos, de la familia del ajo y el espárrago pese a su apariencia de cactus, se aprovecha todo. La pulpa se consume en tacos, triturada (jugo) o deshidratada (extracto). Si florece, no lo dude: cómase la flor, los chefs que promueven el uso del aloe vera en la cocina ya lo hacen. Incluso un tres estrellas Michelin como Quique Dacosta ha caído bajo su potente influjo, incorporándola a su recetario mediterráneo.
"Lo mejor es la hoja del aloe vera. Con una tienes para toda la semana". Andrés López Raya, propietario de la plantación Las Coronas (Sevilla), se deja llevar por el entusiasmo pese a reconocer que, de seguir su consejo, su empresa perderá cuota de mercado. Basta con retirar la corteza (verde) y obtener la pulpa, que se puede conservar en la nevera. Es incolora, inodora e insípida, así que no se fie de esos productos que se promocionan con "olor a aloe vera".
¿Puede confiar en los jugos y geles de aloe vera que se presentan con color verde? Sí. Francisco Antonio Macías, catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Cádiz, y reconocida autoridad en el estudio de los usos y beneficios del aloe, aclara que esta apariencia resulta de mantener parte de la hoja durante el proceso de triturado. Los consumidores nos engañamos al pensar que todo lo que viene de una planta debería estar teñido de clorofila, de ahí que el marketing exija productos verdes.
Los chefs Quique Dacosta y Rodrigo de la Calle han puesto de moda el aloe vera en la cocina. Además de aportar originalidad a los platos, facilita las digestiones y resulta ideal como aglutinante para salsas. Si se usa en lugar de la harina, las comidas serán aptas para los celíacos (no toleran el gluten) y para quienes cuidan su peso porque no engorda. Además, aumenta los niveles de hierro.
Conservación de fruta: durante el almacenaje, antes de llegar al mercado, la fruta cortada sufre infecciones por hongos y bacterias. Rociar la cosecha recolectada con un spray de agua con aloe vera previene estos ataques. Como el aloe vera es insípido, no modificará el sabor.
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